Zuccardi Q - Cabernet Sauvignon 2006

Escuché por primera vez del Zuccardi Q hablando de vinos con mi amigo Guido, entusiasta del tema como yo, quien me mencionó a este vino como uno de sus favoritos, pero haciendo la salvedad de que su precio era más alto que el de las etiquetas que veníamos mencionando en la conversación.

Así fue que me quedó la idea instalada de que en algún momento quemaría esos cartuchos adicionales y probaría una botellita de este recomendado.

El momento llegó entonces, y fue así que oblando $140 me hice del mentado Q, y a modo de auto-regalo navideño y auspicio de un buen año próximo me dispuse a probarlo.


Por supuesto que un vino como este ameritaba una estadía en decantador, así que venciendo la pereza de buscarlo en el fondo de la alacena, serví algo más de media botella en el mismo, y lo puse a enfriar en heladera un poco para mitigar los veintilargos grados y acercarlos a los diecipicos óptimos. Aún así, no pude con mi ansiedad, y me serví en la copa un dedo (horizontal, vale aclarar) del preciado elemento.

Tras airear un poco la copa, me abalancé en un primer sorbo, el cual -como toda cosa hecha con ansiedad- resultó decepcionante: un paso áspero por la boca, con algún dejo amargo acapararon toda la atención gustativa y relegaron de un sopetón a este Q al purgatorio de las compras erradas, deparándole los fuegos eternos de las culposas "qué clavo", "hubiera comprado este otro", "también yo, mirá en lo que vengo a tirar la guita", y tantas otras que podrán resultar vagamente conocidas a quien lee.

No obstante, luego de cavilar entre dejarlo al aire libre hasta convertirlo en aceto, guardarlo para salsear algún risotto o lomo, o simplemente verterlo por la pileta de la cocina, decidí olvidarme del asunto mientras continuaba cocinando, para darle otra oportunidad una vez cumplido el protocolo del aireado y decante.

El tiempo y la paciencia, como en tantas otras cosas, obraron en este caso maravillas. Luego del traspié inicial, el Zuccardi Q me resarció generosamente reivindicando los dichos de mi amigo Guido.

No sé muy bien por qué habrán llamado Q a este vino, pero en mi opinión debería ser de eQuilibrio. Es un vino de una extrema suavidad y frescura, más parecido a un Malbec en esto que a los Cabernets que vengo acostumbrado a tomar. De aquella aspereza inicial no quedó afortunadamente rastro alguno, y por el contrario pasa con suavidad atípica al tomarlo.

No se trata de un vino con un cuerpo muy carnoso, sino más bien ligero, pero sin por eso perder las características típicas de un Cabernet Sauvignon: esa presencia picantita que recuerda a pimientos. Su etiqueta menciona a "té negro", y habiéndolo leído pude detectarlo al degustarlo (no se me hubiese ocurrido de otro modo). El final es persistente y deja a uno con ganas de otro sorbo.

Por su suavidad y delicadeza puede incursionar en maridajes en donde un típico Cabernet irrumpiría cual elefante en un bazar.

Dicho todo esto, el mencionado equilibrio le resta -a mi gusto- cierta personalidad, y en cierto modo no justifica -nuevamente en mi opinión- su precio. Con esto quiero decir que si bien me gustó mucho y no me arrepiento de haberlo probado (lo cual sugiero a Uds también), excepto que buscara estas características tan específicas para regalar, no buscaría especialmente seguir comprando este vino para mí, sino que por menos dinero he tomado otros que me resultan más atractivos.







Tapiz - Merlot 2009

He probado ya varios varietales de esta línea de vinos de la Bodega Tapiz (si mal no recuerdo, el Malbec, el Cabernet Sauvignon, y ahora este Merlot), y en todos los casos tuve una impresión similar: todos ellos me parecieron bastante fuertes, en cuanto a ese dejo picante del alcohol en boca, y con escaso cuerpo, como tirando a acuosos en su consistencia.

No por ello voy a desmerecer estos vinos, sino que son las características que yo percibí. Debo decir que aún así, este Merlot me recordó agradablemente a ciruelas, y su potencia lo hace apropiado para maridaje con algún plato fuerte como puede ser carnes, pastas con salsas poderosas. Su paso fácil y liviano puede acompañar un queso duro y picante bien estacionado facilitando desengrasar el caño, como decía el Conde Sigfrido el Erguido.

Lo he visto en el rango de $35 a $50.

Tempus - Syrah 2007

Hacía ya algún tiempo que llevaba sin tomar un Syrah.
Durante bastante tiempo estuve disfrutando del Putruele, un sanjuanino que realmente me gusta bastante y que en otro momento comentaré.

En el caso del Tempus, leyendo la etiqueta nos encontramos con que este vino debería tener unas notas a anís y canela. Afortunadamente no detecté ni un rastro de esta última, ya que la canela es algo que sencillamente detesto, particularmente su olor.

En cambio, sí he encontrado una tonalidad anisada, o tal vez mejor llamarla especiada, que se traduce en notas picantes que le dan intensidad a este Syrah, sin por ello perder el equilibrio.
Ni bien uno coloca la nariz en la copa, puede presentir ese toque picante, que más tarde se confirmará en boca. No obstante, notas de ciruelas y frutos rojos redondean una experiencia que culmina en un final en boca largo y persistente.

Lo probé con carne asada y no creo haberme equivocado en el maridaje.

En relación al precio, estamos hablando de un vino que ronda los $85-$100, casi triplicando al mencionado Putruele, el cual no tiene tanto que envidiarle.


Kaiken - Malbec 2010

De acuerdo a la etiqueta de este vino, el término "Kaiken" que le da su nombre, se refiere a una especie de ganso silvestre de la Patagonia (avutarda).

La primera curiosidad lingüística tiene que ver con el hecho de que "Kaiken" es un vocablo de la lengua Tehuelche (Aonikenk), es decir, la cultura que habitaba esa región de este lado de la cordillera, antes de ser combatida por los Mapuches provenientes de Chile, quienes finalmente se afincaron en esas tierras. La curiosidad  es más específicamente que este vino es producido en Mendoza por el conocido enólogo chileno Aurelio Montes, de extensa trayectoria en su país de origen, y que hace algo más de una década inauguró su bodega Kaiken en Argentina. La misma etiqueta alude a los beneficios de esta fusión de experiencias de ambos lados de la cordillera, lo cual ciertamente hay que admitir, es una realidad, en vistas de que Chile se ha posicionado desde hace muchos años como un player importante dentro del mundo de los vinos, con Argentina muy a la zaga durante mucho tiempo.

La segunda curiosidad lingüística (no mencionada por el productor), es que "Kaiken", también es un vocablo japonés, que denomina a un tipo de daga empleada antiguamente por los samurai. Esta clase guerrera, portaba tres armas de corte: una katana, el famosísimo sable japonés cuya hoja posee el filo de una Gilette, arma principal, y destinada a combate generalmente en espacios abiertos; el wakizashi, un sable similar pero aproximadamente de la mitad de longitud, el cual se utilizaba en combates en interiores, por falta de espacio para maniobrar la katana; y por último un cuchillo o daga, llamado tanto, para combate cara a cara, o bien como último recurso si se perdían las otras armas, o bien para el suicidio que era parte de rituales de preservación del honor, y demás. El Kaiken era entonces un tipo de tanto samurai.

Luego de toda esta introducción, que espero no los haya aburrido en extremo, paso a comentarles mi opinión de este vino.

Con toda la intensidad y poder del arma samurai, este Kaiken sin embargo no es para nada filoso, ni cortante, sino más bien todo lo contrario. Posee un cuerpo voluminoso, que en boca se presenta de paso untuoso, pero que remonta vuelo cual avutarda patagónica dejando tras de sí sabrosas notas de chocolate, una reminiscencia de cuero, y gran presencia de madera, manifestada en un tostado intenso.

Por alrededor de $40, este delicado equilibrio entre poder y sutileza deleitará a los amantes de los vinos intensos.

Joffré e Hijas - Gran Malbec

Tengo un problema con este vino, y es que en realidad al tomarlo no anoté nada que permita a mi memoria redactar algo digno. Por esto, carente de todo rigor enológico, acudiré a mi memoria sensorial y a cualquier otro retazo de información, al mejor estilo Memento, porque no quiero dejar pasar más tiempo antes de recomendarles que prueben el Joffré e Hijas Gran Malbec, si lo encuentran.

Les cuento, por un lado, que el Joffré Gran Malbec es uno de los favoritos de mi amigo Mic, "el dealer", dentro de los de su gama, lo cual ya podría ser suficiente referencia como para invertir en (al menos) una botellita. Sin embargo, habiendo probado en este tiempo ya tres o cuatro ejemplares de esta delicia, me sumo al club de fans, comentando que todo en este vino aporta a un equilibrio sumamente preciso, su toque de madera, el cuerpo, la untuosidad sin asperezas, todos los astros se alinean para colocar al Joffré e Hijas Gran Malbec en el podio del entusiasta (que vendría a ser yo).

Pueden encontrarlo en MercadoLibre por aproximadamente $55, aunque en vinotecas grandes seguramente esté un poco más caro.

Prometo que cuando me haga de otra botellita, posteo un update con más detalles de cata.